Es hora de desempolvar un poco el blog. Empiezo con este artículo, «Plagio, palabra soez», que saldrá publicado en breve en la Revista UD, sobre las diferentes atitudes que hay ante el plagio en EEUU y España.
En mis años de estudiante en Deusto, tuve que realizar durante mi segundo año un examen que consistía en la realización de varios programas a pie de máquina en una de las aulas de informática de ESIDE. Durante el examen, un estudiante que no conocía, salvo por haberle visto alguna vez en clase o en los pasillos, me ofreció 2.000 de las antiguas pesetas si le pasaba la solución de uno de los ejercicios en un disquete. Me negué tajantemente y, al cabo de unos minutos, terminé el examen y abandoné el aula.
Unos días después, el profesor de la asignatura, con quién estaba realizando un proyecto de investigación, me informó que había corregido los exámenes, y que había varios exámenes idénticos al mío, y que suponía que el mío era el origen, dado que tengo un estilo de programación un tanto peculiar que él supo reconocer. Le conté lo que ocurrió durante el examen, y supuse que el estudiante que me ofreció las 2.000 pesetas se levantó en medio del examen, se sentó en frente de mi ordenador, birló con un disquete el trabajo que dejé en el ordenador, y se lo pasó a varios de sus compinches. El profesor me otorgó el beneficio de la duda y dijo que interrogaría a los otros estudiantes, sin revelar que había un “examen origen”. Unos días después, me dijo que convocó a los presuntos plagiadores, y les preguntó si podían explicar por qué sus exámenes eran idénticos. No admitieron ninguna culpa, y alegaron que “vamos a la misma academia, y por eso programamos exactamente igual”. Cualquier programador con un mínimo de experiencia sabe que esto es una soberana estupidez, aparte de estadísticamente imposible, con lo cual los otros estudiantes suspendieron y yo fui evaluado sin ninguna penalización.
Unos díez años después, me encontré co-impartiendo una asignatura de bases de datos en la Universidad de Chicago. Corrigiendo uno de los deberes semanales, me encuentro con que el trabajo entregado por un estudiante es sospechosamente similar, aunque no idéntico, al de otro estudiante. El profesor principal de la asignatura convoca a cada uno de los estudiantes por separado, y simplemente les presenta los hechos: sus dos deberes son peculiarmente similares. No idénticos. Simplemente lo suficientemente parecidos como para mosquearnos un poco. El primer estudiante, al oír esto, se echa a llorar y admite entre sollozos que pidió la solución al otro estudiante para utilizarlo como ayuda, pero que originalmente no tenía intención de copiarlo. El otro estudiante confirma esta versión de los hechos. El primer estudiante recibió una amonestación oficial en su expediente y, por motu propio, nos envió una disculpa escrita por la “enorme falta de respeto” que nos había demostrado. El otro estudiante recibió una bronca considerable y recibió un cero en esos deberes.
Ante un caso claro de plagio en un examen, el estudiante español intenta zafarse, mientras que, ante un caso menos claro y en unos deberes que cuentan mucho menos para la nota final, el estudiante estadounidense inmediatamente admite su culpabilidad. ¿Por qué? La razón es muy sencilla: el plagio es anatema en las universidades de Estados Unidos, debido, principalmente, a los severos castigos que se imponen. Un plagio menor (p.ej., en unos deberes) o con atenuantes (p.ej., si el estudiante confiesa el plagio) suele resultar en una amonestación en el expediente, una marca negra que puede dificultar la entrada en postgrados o incluso la búsqueda de empleo. Un plagio mayor (p.ej., si el estudiante no admite su culpabilidad y ésta se demuestra posteriormente ante un comité disciplinario, plagios en un examen, o si el estudiante reincide en el plagio menor) puede resultar en una expulsión. En España, si suspendes por copiar, siempre puedes probar de nuevo en la siguiente convocatoria. En EEUU, se acabó tu carrera universitaria. Puede parecer una medida draconiana, pero es innegable que es efectiva: mientras que en España el plagio es, para el estudiante, otra herramienta más para obtener el aprobado, el plagio en EEUU se ha convertido en un tabú.