Décimoquinto Chicagoniversario

¡Madre del amor hermoso! ¡Que llevo ya QUINCE años en Chicago, gente! Exactos, además: llegué a Chicago el 19 de agosto de 2004 que, por si todavía no ha quedado claro, fue hace Q-U-I-N-C-E años.

Y, claro, hay que desempolvar el blog en este ilustre aniversario de mi desembarco por tierras Chicaguenses (mis disculpas si os ha dado un patatús al ver «BorjaNet (1)» en vuestro lector RSS).

Como algunos de vosotros recordareis, cuando llegué a Chicago escribí un post en el blog todos los días, contando como iba mi nueva vida en Chicago (porque por aquel entonces no teníamos Feisbuc, Tuiter, etc. y las actualizaciones se hacían en el blog, leñe!) Pues, sintiéndome un poco nostálgico, he decidido hacer un repaso, día a día, de los posts que escribí hace 15 años, empezando con Chicago, Día 1. Eso sí, en mi cuenta de Twitter (@borjasotomayor) y en inglés, para introducir a mi público angloparlante a ese inocente Borja de 2004.

En fin, el primer tweet (de varios) es este:

Haga click, señora, que así puede ver los otros tweets que siguen a este.

En fin, pues hasta el próximo post que, a estas alturas, me imagino que será en el vigésimo Chicagoniversario.

P.D.- Como siempre, tengo que preguntar: ¿Quién queda de la vieja guardia? ¿A quién os ha salido la notificación en el lector de RSS? Dejad un comentario, como hacíamos antaño, que me hace ilusión saber de vosotros.

Décimo Chicagoniversario

Hoy se cumplen diez años desde que me mudé a Chicago (aunque, justo ahora, resulta que estoy en Bilbao), y por muy comatoso que esté BorjaNet, esto hay que marcarlo con un post en el blog. Para los nostálgicos, os recomiendo leer los posts que escribí los primeros día que estuve en Chicago, empezando por Chicago, Día 1.

Yo me los acabo de releer, y la avalancha de memorias ha sido fantástica. Es momentos como estos que me alegro de haber mantenido y escrito un blog, sobre todo en periodos tan importantes de mi vida. He revivido detalles que se me habían olvidado por completo, y es interesante leer la perspectiva de «Borja de hace diez años» (sobre todo en los tecnológico: me maravillaba el ADSL de 1.5Mb/s de EEUU, y varios comentaristas del blog salivaban ante semejante ancho de banda). Mi estilo de escribir también ha evolucionado mucho; ahora es mucho más cuidado y antes era más «de la cabeza directo a la página», hasta el punto de que algunos posts casi suenan a transcripciones orales.

También es curioso como el blog era básicamente «la red social» en esa época. Me acababa de mudar a EEUU, y no había Facebook o Twitter para mantener a mis amigos y familia actualizados. El único mecanismo era el blog, y la mayoría de los posts tienen abundantes comentarios (muchos de ellos con preguntas que luego yo respondo en otro comentario), muy similar a como interactuamos en Facebook muchos de nosotros hoy en día.

¿Y los siguientes diez años? Pues seguramente en Chicago. Ya os iré contando.

Ejerciendo de profesor

Hace semana y media fue la ceremonia de investidura, o «Convocation», de la Universidad de Chicago. Al igual que muchas universidades americanas, la Universidad de Chicago tiene una única mega-ceremonia de investidura donde son investidos todos los estudiantes en todas las disciplinas, y a todos los niveles (licenciatura, master, y doctorado).

Para acomodar semejante evento, la plaza central de la universidad se convierte en una especie de auditorio improvisado, con un escenario, mogollón de sillas, y gigantescas pantallas:

Convocation

UChicago Convocation 2011

UChicago Convocation 2011

Este año, tuve ocasión de participar como parte del profesorado, algo que resultó bastante interesante. De entrada, a diferencia de las universidades españolas, en EEUU cada universidad tiene un traje académico distinto (aunque la mayoría siguen un patrón común), y cada profesor lleva el traje académico de la universidad donde se doctoró. Aquí podéis ver a los profesores esperando a dirigirse al escenario, casi todos con un traje distinto:

Spring Convocation, 2011
Foto de Dan Dry

Incluso había un profesor español que tenía el traje académico típico de las universidades españolas:

UChicago Convocation 2011

En fin, como profesor, pude sentarme en el escenario y vi la ceremonia desde una perspectiva distinta:

UChicago Convocation 2011

Desafortunadamente, al final no me hice ninguna foto con el traje académico (podeis ver fotos del traje cuando me doctoré). Eso sí, se me puede ver en algunas de las fotos oficiales (fotos tomadas por Dan Dry, haced click para ver el original):

Spring Convocation, 2011

Spring Convocation, 2011

Spring Convocation, 2011

En Flickr podeis ver más fotos oficiales de la ceremonia.

UChicago @ ACM ICPC 2011 World Finals

[This is one of those rare posts in English, since the main audience for this topic is English-speaking. — Este es uno de esos pocos posts en inglés, ya que está dirigido principalmente a gente de la universidad, y la mayoría no entiende español 🙂 ]

Like last year, and the year before that, the University of Chicago qualified for the World Finals of the ACM’s International Collegiate Programming Contest. This year, however, the road to the World Finals was bumpier than usual. Originally scheduled to take place in Egypt in late February, the World Finals had to be postponed (due to extraordinary circumstances), and were ultimately rescheduled to take place from May 28 to May 31 in Orlando, Florida.

Even though we did not get to see pyramids, going to the World Finals is still a unique and amazing experience, and we feel privileged to have been able to do it for three years in a row. The students on this year’s awesome team were Korei Klein (4th year undergrad, majoring in Computer Science and Mathematics), Denis Pankratov (2nd year PhD student in Computer Science), and Matthew Steffen (4th year undergrad, majoring in Computer Science and Mathematics).


[Official team portrait. Photograph by David Hill. L to R: Borja Sotomayor (coach), Korei Klein, Denis Pankratov, Matthew Steffen]

As you can see, in the spirit of UChicago quirkiness, our team continued last year’s tradition of wearing a dress shirt and tie in combination with the official contest t-shirt.

This year, our team also included Assistant Coach Louis Wasserman (3rd year undergrad, majoring in Mathematics). Louis was a contestant in the teams that made it to the World Finals in 2009 and 2010, but was ineligible to participate this year (students are only allowed to participate twice in the World Finals). So, instead of participating as a contestant, Louis provided valuable support to this year’s team by sharing his insights on the deeper mathematical and algorithmic mysteries of the ICPC problem sets. He also rocked the kilt at ICPC:

Like every year, the World Finals included a packed schedule of events, starting with the IBM TechTrek on Saturday, where we were treated to a day at SeaWorld. Not just that, the day started with a private showing of a new show in Shamu Stadium:

In the evenings, teams had a chance to relax in the IBM Chill Zone, with various games to play, including foosball:

There was also a lot of big bouncy balls that begged to be played with and thrown around. After much cavorting around, we were informed that the balls were meant to be used only to sit on. This made our team sad:

Most of Sunday was spent on orientation and on a practice contest in preparation for the big day on Monday. Here we can see our team hard at work on the practice problem set:

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In between practices, we also had a chance to participate in the ICPC Podcast, where our team discussed its «Secret Sauce».

Finally, on Monday, May 30, the actual World Finals contest took place. For those of you unfamiliar with how ICPC works, here’s a quick primer: a team of three students is given five hours to solve between eight and eleven programming problems. Each team has only one computer, so they must divide their time wisely between coding and thinking about problems. Solutions are submitted electronically to judges who use automatic judging tools that will run insanely exhaustive test cases through the solution; if the solution passes all the tests, it is accepted as a valid solution. Teams are ranked first on number of problems solved and then on the time it took them to solve each problem (with a 20 minute penalty for each incorrect submission).

During the contest, only the contestants are allowed on the contest floor. Everyone else, including the coaches, must observe the contest from a separate room, where we could see the live scoreboard and live commentary:

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The scoreboard is frozen for the last hour of the contest and, once it ends, the final standings are revealed. The University of Chicago ultimately placed 79th out of 105 teams:

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Our team solved two problems, C and K, and attempted a third one, E (you can see the problem set here). This was actually an improvement over last year, where our team only managed to solve one problem (the year before that, we didn’t manage to solve any). And to put this result into context, just slightly over half the teams solved four or more problems, and only seven US teams (out of 17) managed to solve three or more problems (we actually placed 9th out of the 17 US teams). You can see the full scoreboard here.

So, all in all, we were very happy with our performance, specially after spending so much time honing our World Finals strategy (based on our experiences in past World Finals) and training more than last year in preparation for the contest; it looks like all the extra effort has definitely paid off. So, after the long road to the World Finals, this is us, happy and relieved, at the end of the contest:

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After the contest, we were treated to the IBM Celebration, the location of which is a tightly guarded secret every year. This year, however, it was an open secret that we would be going to Universal’s Islands of Adventure theme park, but we did not know what the excursion would involve exactly. As it turns out, IBM went all out and treated us to what (at least in my book) has been the best Celebration so far: they opened part of the park after hours just for us, and we were able to ride on some of the best rides without waiting in line. One part of the park that was open for us was The Wizarding World of Harry Potter. As a Harry Potter fan, I could hardly contain my excitement at walking around a recreation of Hogsmeade and riding on Harry Potter and the Forbidden Journey, a truly awesome dark ride through the world of Harry Potter.

So, like last year and the year before that, a great time was had by all. Now it’s time to start working on qualifying for the the 2012 World Finals in Warsaw, Poland!

Un trimestre de agárrate y no te menees

Jolin, casi tres meses sin escribir en el blog. Y yo que pensaba que después de la tesis por fin iban a acabar estos periodos de sequía en el blog. En fin, la razón es simplemente que este trimestre (el trimestre de invierno, de comienzos de enero a finales de marzo) he estado hasta las cejas de curro, sobre todo porque tenía que impartir dos asignaturas a la vez y, entre las dos asignaturas, tenía 70 estudiantes.

Ya, ya, parece poco, pero aquí en EEUU, donde las clases suelen tener 20 estudiantes, impartir dos asignaturas a la vez y tener tantos estudiantes es bastante raro. De hecho, ¿sabéis esa cara que ponemos cuando nos describen algo desagradable, como cuando a alguien se le sale medio hueso del brazo después de pegarse una leche monumental? Esa es la cara que me ponía casi todo el mundo en la universidad cuando me preguntaban «¿Qué tal este trimestre?» y les decía que estaba impartiendo dos asignaturas y tenía tantos alumnos.

Pero, ¿cómo es posible? Vamos, en las universidades Españolas estamos acostumbrados a impartir varias asignaturas al mismo tiempo con muchos más estudiantes, y no es para tanto (el año que estuve dando clase en Deusto tenía casi 100 estudiantes en una misma clase, y no me consumió ni una tercera parte de lo que me consumió una sola de las asignaturas que impartí este trimestre). Vale, pues imaginaros esto (sobre todo los que habéis dado clase a nivel universitario): imaginaros el mejor estudiante de vuestra clase. Motivado, con ganas de aprender, e inteligente. De los que van a por más que el aprobado fácil, pero tampoco quieren sacar nota y ya está. El tipo de estudiante que genuinamente quiere aprender.

Vale, pues ahora imaginaros setenta estudiantes como ese. Así es el aula americana (bueno, en todas las casas se cuecen habas, y también había algunos que iban a por el aprobado y poco más, pero eran ultra-minoría). Me imagino que los lectores docentes pensarán «¡Qué gozada! ¡Ojala esa fuese mi aula!». Sí, efectivamente, me quejo de vicio, pero tener estudiantes tan motivados es un arma de doble filo: hay que preparar las clases mucho mejor (en EEUU los chavales no se cortan a la hora de hacer preguntas, y no solo para pedir clarificaciones, sino para preguntar casos hipotéticos que a ti igual ni se te habían ocurrido), hay que cubrir mucha más materia, más proyectos, etc. Vamos, requiere bastante trabajo día a día.

Para que os hagais una idea, estas son las dos asignaturas que impartí este trimestre (que, en nuestra universidad, son 10 semanas, con 3 horas por semana para cada asignatura).

  • Introducción a la Programación. En EEUU, como he explicado en otros posts, no escoges una licenciatura desde el primer día, y sueles escoger una especialización en tu segundo o tercer año (el «major» de tu licenciatura), y tienes muchas asignaturas que no tienen nada que ver con tu «major». Esta asignatura de introducción a la programación era para «non-majors»: gente que no se va a especializar en informática, pero quiere aprender programación (o tiene que aprender, porque la asignatura también sirve para cumplir ciertos requisitos de la carrera).

    Prácticamente todos los estudiantes empezaron desde cero (era su primer contacto con la programación) y, en diez semanas, vimos C/C++, Orientación a Objetos, Python, XML, y SQL. De nuevo, ojo al dato: son «no-informáticos» y, al final del trimestre, algunos de ellos alcanzaron un nivel que mucha gente no alcanza hasta su segundo o tercer año de carrera en España. Canela fina, señora.

  • Sistemas Operativos. Esta asignatura era para «majors» de informática. Vamos, estudiantes que ya saben programar, etc. ¿Y que hacen los estudiantes en esta asignatura? Implementan un kernel para arquitecturas x86. Y esta no es una especie de asignatura-proyecto que realizan después de aprender sobre sistemas operativos en otras asignaturas. Es la primera y única asignatura de Sistemas Operativos que ven en la carrera, e implementan un kernel a la vez que aprenden por primera vez sobre conceptos fundamentales de sistemas operativos. Y lo hacen en diez semanas. Cágate, lorito.

    Vale, vale, no lo implementan completamente desde cero. Partimos de la base de un kernel didáctico llamado Pintos, pero los estudiantes todavía tienen que implementar un planificador de procesos con prioridades, las llamadas de sistema, un gestor de memoria virtual, y un sistema de ficheros. Vamos, similar a la asignatura de sistemas operativos que yo mismo tuve hace seis años aquí en Chicago. En Deusto tuve tres asignaturas de sistemas operativos y pensaba que entendía como funcionaba un sistema operativo pero, cuando tuve que implementar un kernel yo mismo, lo entendí a un nivel mucho más profundo.

    La asignatura de sistemas operativos, en concreto, es un buen ejemplo de por qué las asignaturas aquí, incluso con un número reducido de estudiante, requieren mucho más tiempo. Impartir una asignatura donde treinta y pico estudiantes están peleándose con la implementación de un kernel, y te van a hacer muchas preguntas (porque si no entienden algo, entonces no van a poder implementarlo), requiere mucho más tiempo y preparación que una asignatura «clásica» donde simplemente vas a clase 2-3 días a la semana, largas una chapa sobre un semaforo nosequé, una página de memoria virtual tralará, que la abuela fuma en pipa, etc. y al estudiante no se le exige una aplicación inmediata de esos conocimientos (y, a su vez, el profesor no tiene que estar tan al pie del cañón).

Y eso no es lo único que ha pasado este trimestre. Al igual que el año pasado, y hace dos años, nos hemos vuelto a clasificar para ICPC, el «mundial de programación». Bueno, de hecho, nos clasificamos en Noviembre y se me pasó escribir un post, pero este trimestre es cuando hemos empezado los entrenamientos. Originalmente, el mundial iba a tener lugar a comienzos de marzo en Egipto y, como os podréis imaginar, tuvieron que posponer el evento. Ahora va a tener lugar en Orlando (Florida) en Mayo. Es mucho más cómodo que tener que ir hasta Egipto, pero la verdad es que ir a DisneyWorld va a saber a poco cuando nos habíamos hecho a la idea de ver pirámides :-/

Ah, y en Globus nos han vuelto a admitir como organización mentora en Google Summer of Code.

Me parece que no me dejo nada en el tintero. El próximo trimestre (otras diez semanas a partir de este lunes) sólo voy a impartir una asignatura, Redes, donde, entre otras cosas, los estudiantes van a implementar un router. En fin, espero que no haya otra sequía blogueril de tres meses, que se supone que andaré menos liado este trimestre (pero eso lo he dicho muchas otras veces, así que quien sabe…).

Pastizal for the piños

Uno de los «benefits» de mi actual empleo es un jugoso seguro dental, así que decidí visitar a mi dentista en Chicago para que me pegase un repaso. Cuando era estudiante, sólo iba al dentista para emergencias, y dejaba las revisiones para mi dentista habitual en Bilbao, principalmente porque ir al dentista en EEUU (si no tienes un seguro dental) sale bastante caro. Por ejemplo, la unica emergencia dental que tuve aquí en Chicago fue un empaste que se me cayó, dejando un agujero considerable en una de mis muelas. La dentista decidió que el diente estaba lo suficientemente dañado que era necesario ponerle una corona al diente, y un empaste al diente de al lado. Resultado: unos $1,500 de golpe.

Sin embargo, mi actual seguro dental cubre este tipo de gastos. Así que lo dicho: fui a la dentista a que me echase un vistazo. También coincidía que se me había caido otro empaste, y había que arreglarlo. En fin, tras echar un vistazo, la dentista concluyó que había que hacer cinco empastes. Como ya sabemos, ir al dentista es como ir al mecánico; vas para un cambio de aceite y siempre te encuentran algo más. Visto que tenía un bujero impresionante en una de mis muelas, uno de los empastes era claramente necesario. Los otros dos eran «re-empastes», empastes que ya tenían cierta edad, estaban desgastados, y era conveniente reemplazarlos. Los otros dos empastes me parece que me los metió doblados, pero vistos los rayos X, y los agujeros en ciernes, estoy dispuesto a creer que por lo menos van a servir algún proposito.

Parentesis: Al parecer mis empastes están bastante desgastados (y son propensos a caerse) porque tengo la costumbre (inconsciente) de apretar los dientes de noche, lo que produce fricción sobre la superficie de los dientes, desgastandola poco a poco (una condición denominada bruxismo). Se puede solucionar facilmente si te pones un «retainer» por la noche, algo sobre lo que he sido cada vez menos disciplinado desde que me quitaron el aparato dental. Ahora me lo pongo sin falta todas las noches 😛 En fin, que lo del «retainer» no es solo para mantener los dientes bonitos.

En fin, una evaluación, una limpieza de boca, y cinco empastes. El coste total, si no tuviese seguro dental, es…

$2,045

Vamos, unos 1,500€ al cambio. Por cinco putos empastes. Eso sí, ese es el precio que tendría que haber pagado si no tuviese seguro dental. Como tengo seguro, y el dentista es un «dentista concertado» de la aseguradora, ofrecen unos precios especiales. Así que el dentista solo me cobra $1,005 (unos 700€). Y como el seguro cubre la mayoría del empaste, me reembolsan $651 (unos 470€). Así que el coste final resulta ser:

$354 (unos 250€)

Bueno, 250€ por cinco empastes (y una evaluación y una limpieza de boca) me parece razonable. Pero me toca las narices que, si no tienes seguro dental, un tratamiento tan básico como unos empastes te puede salir unos $2,000. Y ojo que, incluso con seguro dental, yo todavía tengo que adelantarle al dentista $1,000, y esperar unas semanas a que la aseguradora me mande un cheque con el reembolso de los $651. Y he tenido suerte de que los empastes los cubren al 90%; cuando me toque hacerme una corona o algo más fuerte, la aseguradora solo cubre el 40%.

¿La moral de la historia? Ninguna, aparte de que me sigue tocando las narices como funciona la sanidad en este país.

Videos de Callejeros Viajeros

Los vídeos del episodio de Chicago de Callejeros Viajeros ya están en YouTube. Para los que se lo perdieron, o para los que estén fuera de España, aquí los tenéis. Están configurados para saltar directamente a los segmentos en los que aparezco yo. Que ustedes los disfruten:

http://www.youtube-nocookie.com/v/nmcfOzAM5nY?fs=1&hl=en_US&rel=0&start=842

http://www.youtube-nocookie.com/v/k175IZAMvVE?fs=1&hl=en_US&rel=0

http://www.youtube-nocookie.com/v/k175IZAMvVE?fs=1&hl=en_US&rel=0&start=545

Callejeros Viajeros Chicago – Extended Edition

Como comenté en el post anterior, este lunes (mañana o hoy, según la franja horaria), 11 de octubre, a las 22:25 se emite el episodio de Callejeros Viajeros rodado en Chicago (en el que aparezco enseñando la Universidad de Chicago). En un comentario, Txipi sugirió escribir una «versión extendida», ya que seguramente en el programa aparecerá un 10% de lo que conté y enseñé en la universidad. Así que aquí va un post donde he intentado incluir todo lo que conté a lo largo del día que anduve paseando con los Callejeros VIajeros por la universidad. Y, de paso, una vez se haya emitido el programa, los comentarios de este post pueden servir para el debate post-programa 🙂

[Nota: A diferencia de mis otros posts, estas fotos no son mías. En la medida de lo posible, he intentado utilizar fotos tomadas de Wikimedia Commons, con la atribución embebida en el atributo ‘title’ del enlace]

La visita a la universidad empezó en la escultura Nuclear Energy:

Aquí es, literalmente, donde nació la Era Atómica. Conmemora el lugar donde Enrico Fermi y su equipo construyeron el reactor Chicago Pile-1, y donde tuvo lugar la primera reacción nuclear controlada. Aunque la estatua conmemora el nacimiento de la Era Atómica, según se mire, puede recordar a una calavera o al «hongo» de una explosión nuclear, en reconocimiento de que la energía atómica también puede utilizarse para fines abominables.

Curiosamente, aunque la estatua está situada al lado de la Biblioteca Regenstein (sobre la que hablaré en un instante) y de unos dormitorios de estudiantes, toda esa zona solía ser Stagg Field, el campo de futbol americano de la universidad. Enrico Fermi construyó el reactor bajo las gradas del campo de futbol, una localización un tanto peculiar (no tanto por hacerlo justo en el campo de futbol, sino además en pleno centro de la universidad).

A continuación, andando por el campus nos encontramos con uno de estos:

Son los teléfonos de emergencia de la universidad. Darle al botón rojo te conecta directamente con la operadora de emergencias (lo mismo que si llamas al 112 desde un teléfono en España). Estos teléfonos son muy habituales en los campus universitarios en EEUU, y en este mapa se puede ver que el nuestro en particular tiene bastantes, no solo en el campus sino en todo el barrio de la universidad.

Eso sí, no te conecta con la policía de Chicago: la universidad tiene su propia fuerza policial. De hecho, es la fuerza policial privada más grande del mundo, después de la del Vaticano. La razón es que la universidad está situada en el South Side de Chicago, una zona de la ciudad donde se encuentran los barrios más pobres y conflictivos de la ciudad. Esto no solía ser así: los barrios del sur solían ser los barrios pijos de la ciudad (de hecho, aquí tuvo lugar en 1893 la World’s Columbian Exposition, una de las «expos» más famosas de EEUU). Sin embargo, esto cambió a lo largo del siglo XX, y dicen que la universidad llegó a amenazar con trasladarse a otra ciudad si no mejoraba la seguridad (tras lo cual se le permitió operar su propia fuerza policial). Por lo tanto, nuestro barrio, Hyde Park, acabó siendo una especie de oasis en medio del South Side.

Vistos los teléfonos de emergencia, llegamos a la Biblioteca Regenstein:

Regenstein Library entrance2

Las cinco bibliotecas de la universidad tienen un total de 7.7 millones de libros, y la Biblioteca Regenstein (o «The Reg») tiene 4.5 millones de esos libros. Por si eso fuese poco, actualmente están construyendo un anexo al Reg, con capacidad para 3.5 millones de libros. Como os podeis imaginar, la Biblioteca universitaria es una de las más grandes del mundo.

Al igual que la ciudad de Chicago, la universidad es conocida por su arquitectura, y tiene por costumbre contratar a «arquitectos estrella», lo que resulta en una mezcla interesante de estilos en el campus. El Reg, en concreto, fue construido en 1970, cuando el estilo de moda era el brutalismo, un estilo que contrasta visiblemente con el nucleo del campus (construido a finales del siglo XIX y comienzos del XX). De hecho, en frente de la biblioteca tenemos Hull Gate:

Fijaos en las gárgolas a ambos lados de la entrada: la gárgola inferior representa al Comité de Admisiones, y las gárgolas que escalan representan los años universitarios (con la cuarta gárgola triunfante encima de todos). Dato curioso: estrictamente no se les puede llamar gárgolas porque no sueltan agua por sus bocas cuando llueve. El término más correcto es «grotescas» (pero evidentemente todos las llamamos gárgolas).

En fin, la siguiente parte del paseo fue los «Main Quadrangles» (o «the quads»), el nucleo gótico de la universidad. En esta foto aérea (y en este mapa), se puede ver que el campus tiene una zona central rectangular, con varios mini-rectangulos a su alrededor:

El estilo del núcleo de la universidad, que tiene poco más de un siglo de antigüedad, evidentemente no es gótico sino neo-gótico. Más concretamente, es un estilo llamado «Collegiate Gothic», que viene a ser «el aspecto que un americano se imagina que tiene una universidad europea». De hecho, los fundadores de la universidad optaron por el estilo neo-gótico (en lugar del estilo neo-clasico que estaba de moda por aquel entonces), porque querían darle a la universidad un aspecto atemporal, como si siempre hubiese estado ahí (como algunas universidades europeas, inauguradas desde hace siglos). De hecho, cuando las clases empezaron en 1892, no hubo ninguna ceremonia especial de inauguración. Las clases simplemente… empezaron. Como si fuese un año universitario más, y como si la universidad siempre hubiese estado ahí.

En fin, lo primero con lo que nos topamos es con la entrada a Hull Court:

Entrance to Hull Court

Dato curioso: aquí se rodó el comienzo de la película Cuando Harry Encontró a Sally. El lugar exacto donde Harry encuentra a Sally está a unos metros de esta entrada pero, si veis la película, se puede ver claramente que por aquí sale el coche de Harry.

Acto seguido, llegamos al centro del Main Quad que, desafortunadamente, estaba en obras. Los Callejeros Viajeros vinieron a comienzos de Septiembre, justo en el «interim period», un par de semanas entre trimestres (y que es cuando la universidad suele aprovechar para hacer obras, para no molestar a los estudiantes). El año académico, por cierto, está organizado en torno a cuatro trimestres: Otoño, Invierno, Primavera, y Verano. El Verano es tan lectivo como el resto de los trimestres, aunque es posible licenciarse en cuatro años tomandose un trimestre de vacaciones cada año (tipicamente, pero no siempre, el de Verano). Sin embargo, hay algunos estudiantes que van a clase a lo largo de los cuatro trimestres del año, y se licencian en tres años.

En fin, paseando por el Main Quad nos encontramos con dos chicas que estaban tomando el sol en bikini en pleno centro de la universidad. Las chicas fueron muy majas y accedieron a ser entrevistadas en frente de la camara a pesar de (o quizás a cuenta de) la poca ropa que llevaban, con preguntas como «¿Pero que hacéis aquí tomando el sol y no estudiando?».

Alrededor del Main Quad están algunos de los edificios principales de la universidad, y nosotros entramos al mío: Ryerson Physical Laboratory. Hasta mediados de los 80, fue el edificio del Departamento de Físicas y, de hecho, es donde tenía su despacho Enrico Fermi. Ahora alberga el Departamento de Informática (bueno, de «Ciencias de la Computación», que es como lo llamamos aquí), y aproveché para enseñarles una de las aulas. Aquí hay una foto tomada hace un par de años donde aparezco dando una clase en esa misma aula:

En el aula, la reportera me hizo preguntas sobre la vida académica en la Universidad de Chicago. Me parece que aquí comenté que las clases suelen tener unos 20 estudiantes, lo que permite un trato más personalizado con el alumno (recordé que, no hace mucho, me encontré con un profesor que se quejaba de la cantidad de estudiantes que tenía ese trimestre, le pregunté cuantos, y me dijo «¡Buf! ¡Cuarenta!»).

La experiencia docente en el aula americana (al menos en la Universidad de Chicago), es completamente distinta a la que recuerdo en España. En Chicago, tienes la atención absoluta de unos 20 estudiantes, que te hacen preguntas y demuestran mucha curiosidad intelectual, mientras que en España puedes tener un grupo de 100 estudiantes donde igual las dos primeras filas están prestando atención. Evidentemente, no es una comparación muy justa: Ser estudiante de licenciatura en la Universidad de Chicago cuesta aproximadamente $35,000 al año (25,000€), y muchos estudiantes lo pagan con prestamos que tienen que empezar a pagar tras licenciarse (y ojo que estos precios son habituales en muchas universidades americanas, incluso en las públicas; no es algo especial de la Universidad de Chicago). Es decir, si estás en una clase que te cuesta varios miles de dolares (a ti, no a papa y a mama), no vas a malgastar ese dinero siendo un vago: vas a intentar que te cunda lo máximo posible.

Una pregunta que me hizo la reportera es «¿Y que haces si un estudiante sabe más que tu?». Aclaré que eso pasa bastante porque la Universidad de Chicago es especialmente conocida por la rigurosa preparación intelectual que proporciona a los estudiantes (que a mi me parece que afecta no tanto a la cantidad de contenidos que saben, sino a su curiosidad intelectual). Por lo tanto, suele atraer a muchos geniecillos que, en algunas ocasiones, van a debatirte, de manera muy razonada, algo que has dicho en clase. Pues si te pasa eso, lo aceptas y lo incorporas a la clase. Una de las cosas que te enseñan (como profesor), es que el aula tiene que ser tanto una conversación entre el profesor y el alumno, como una conversación entre los alumnos. Es decir, el profesor tiene que ser más que un loro que repite un temario, sino que tiene que actuar como catalista para que los estudiantes aprendan por su cuenta, aprendan entre ellos, e incluso cuestionen su propio aprendizaje.

Del aula fuimos a los despachos de doctorandos, donde estaban varios de mis compañeros comiendo. No digo más porque, si lo han incluido en el programa, no quiero dar ningún spoiler… En resumidas cuentas, demostraron que somos una pandilla de frikis 😀

Paramos un momento para ver mi despacho, donde prestaron especial atención a todas las decoraciones (algunas un tanto frikis) que tengo en el despacho. Me parece que las dos cosas sobre las que más hablamos fue (1) las tres mini-banderas que tengo en mi estantería (la ikurrina, la bandera española, y la bandera europea), explicando que (para mi) las tres identidades no son mutuamente excluyentes, sino compatibles y complementarias, y (2) mi foto con el traje de doctor, que curiosamente incluye un gorro muy parecido a una txapela.

También cayeron las preguntas del millón: «¿Pero tu te vas a quedar aquí?» y «¿Como ves el retorno a España?». La primera pregunta la respondí en detalle en el post «¿Pero tú te vuelves a España o no?«, y la versión resumida es «me voy a quedar dos o tres años después de terminar el doctorado, y luego ya veré si me quedo o no». La segunda pregunta, pues en mi caso particular lo veo posible, porque tengo la suerte de colaborar con un grupo en la Complutense en el que podría desarrollar mis proyectos de investigación. Sin embargo, me parece que es la excepción, no la norma. En general, yo no percibo ningún esfuerzo institucional para que los «cerebros fugados» vuelvan a España, y muchos se quedan en el extranjero porque, sencillamente, encuentran condiciones mucho mejores, especialmente para la financiación de proyectos de investigación.

En fin, después del despacho, nos fuimos a uno de los comedores principales de la universidad, Hutchinson Hall:

Hutchinson Hall, University of Chicago

Si os parece que guarda cierto parecido con el comedor que aparece en las películas de Harry Potter, es por una buena razón: es una replica casi exacta del comedor de Christ Church en Oxford University, comedor que, a su vez, fue utilizado en las películas de Harry Potter. Los fundadores de la Universidad de Chicago optaron por el estilo neo-gótico porque muchos de ellos estaban enamorados de la estética de las universidades británicas, llegando al extremo de tomar medidas exactas de edificios en sus visitas a Oxford y Cambridge.

A la salida del comedor, paramos un momento en el sello de la universidad:

El sello muestra la mascota de la universidad, el ave Fénix (otra conexión fortuita con Harry Potter), y nuestro lema: Crescat Scienta, Vita Excolatur (Que crezca la ciencia, y que así sea enriquecida la vida humana). Eso sí, muchos estudiantes conocen mejor el lema «extraoficial» de la universidad: Where Fun Comes to Die (Donde la diversión viene a morir), un guiño al entorno intensamente intelectual de la universidad, donde los estudiantes pasan casi todo su tiempo estudiando. Esta no es una universidad con salvajes fiestas como las que vemos en las películas (aunque algunas ya hay), sino más bien un paraíso para geeks y frikis 🙂

Hay una superstición sobre este sello dorado en concreto: se dice que quien pise el sello no se licenciará en cuatro años. Curiosamente, el sello está en un área muy transitada, y entre clases puedes ver que casi todo el mundo evita pisar el sello. Se dice que la superstición la inicio la propia universidad, precisamente para evitar que el sello se desgastase con el paso del tiempo (el sello dorado, por cierto, tiene casi cien años). No obstante, habiendo terminado ya mi doctorado, no tuve inconveniente en pisotear un poco el sello 😀

De ahí dimos un último paseo fuera de los quads, donde se encuentran algunos edificios curiosos, como el Robie House de Frank Lloyd Wright:

Originalmente una residencia privada, fue adquirida por la universidad, que tras utilizarla como un edificio de despachos más, acabó convirtiéndola en una casa museo.

Aquí terminó la visita al campus, pero todavía quedaba una cosa por ver en el barrio: la casa de Barack Obama. Efectivamente, en nuestro barrio es donde vivió durante muchos años el ahora Presidente Obama. No sólo eso: Obama vuelve de vez en cuando a Chicago y se aloja en su antigua casa (cuando le eligieron, dijo que quería volver cada mes, pero al final viene de visita cada 4-6 meses). La casa tiene este aspecto:

Pero no puedes acercarte tanto. La casa está rodeada por barricadas y por coches de policia, incluso cuando Obama no está en Chicago, y esto es todo lo que puedes ver:

Cuando pasamos por ahí, solo había un coche de policía; me imagino que esa foto fue tomada durante una de sus visitas. Cuando viene de visita, por cierto, se nota. El barrio se llena de coches de policia y del servicio secreto, y acordonan un radio de una manzana alrededor de su casa. A los vecinos, al parecer, no les molesta demasiado: nadie les va a entrar a robar cuando a tu vecino le vigila un pequeño ejercito.

Paseando alrededor de la casa de Obama, la reportera de Callejeros Viajeros paró a varias personas para preguntarles su opinión de Obama. Aunque este barrio es territorio Obama (y en 2008 era difícil encontrar a alguien que no fuese un fan incondicional de Obama), se empieza a notar que mucha gente empieza a estar un poco frustrada porque todo el «Change» que prometió Obama parece que tarda en llegar. Todo el mundo con el que hablamos dijo que había votado a Obama en 2008, pero solo la mitad dijo que volvería a hacerlo en 2012. La otra mitad dijo que «depende», argumentando precisamente que no está haciendo muchas de las cosas que prometió hacer. El problema al que se enfrenta Obama, no solo en las elecciones presidenciales de 2012 sino en las legislativas dentro de unas semanas, es que las multitudes que le votaron en 2008 simplemente se abstengan de votar.

Y ahí ya si que terminó mi participación en Callejeros Viajeros. Nos fuimos a comer, pero ya con la cámara apagada, porque estábamos todos un poco molidos. Cuando viene gente a visitar, les suelo dar un tour del campus que no dura más de una hora, y ese mismo tour duró esta vez unas cinco o seis horas, porque en cada parada había que hablar ante la cámara (en algunos casos con más de una toma), y luego rodar tomas complementarias (tenían un término técnico para ello, pero no lo recuerdo ahora; el término en inglés es B-roll). Pero vamos, que hay que buscar el ángulo bueno, rodar varios planos, etc. Después de ver todo lo que grabaron, y teniendo en cuenta que les quedaban unos 10 días más de rodaje, le tengo mucho respeto al curro que se han debido de pegar para repasar y editar todo ese metraje y producir un programa de tan solo una hora.

Vamos, de esas 5-6 horas que pasé con los Callejeros Viajeros, seguramente solo veréis unos pocos minutos. Para los que habéis visto esos minutos, ¿qué os han parecido?

Callejeando

Algunos de vosotros seguramente habéis visto, o al menos oído hablar, del programa Callejeros Viajeros. Para los que no lo conozcan, es un programa de la cadena Cuatro donde una serie de reporteros viajan a ciudades de todo el mundo y se valen de hispanoparlantes residentes en la ciudad (típicamente, pero no siempre, españoles) para enseñarles los sitios menos conocidos de la ciudad. Están haciendo un episodio sobre Chicago, y hoy he tenido ocasión de enseñarles el campus de la Universidad de Chicago.

De hecho, contactaron conmigo hace unos pocos días, y tuve que confesar que había oído hablar de este tipo de programas, pero que no conocía Callejeros Viajeros específicamente (aunque lo mismo es cierto de casi todos los programas de televisión que han salido desde que me vine a Chicago…) Me animé a hacerlo porque me explicaron que el enfoque del programa es en la propia ciudad, y no en el expatriado (que simplemente facilita la visita). Y como Chicago me encanta, y me parece que es una de esas ciudades que mucha gente en España no se anima a visitar (*coff* *coff* *Camarada del Frente* *coff* *Pablo Pérez* *coffff*) porque no tiene sitios tan emblemáticos como Nueva York, Washington DC, etc. pues me atrajo la premisa del programa.

Me preguntaron a ver qué sitios podría enseñarles por Chicago, y al final resultó que la opción más atractiva era la propia Universidad de Chicago. Así que nos hemos pasado el día andando por la universidad y, aunque seguramente saldré en el programa, será explicando cómo la Era Atómica nació en Chicago, el origen de la arquitectura (pseudo-neo-)gótica de la universidad, la casa de Obama cerca de la universidad, etc.

Lo más parecido que ha habido a una pregunta personal ha sido una sobre las condiciones para investigadores en EEUU, comparadas a las de España, y sobre la «fuga de cerebros». Igual me estoy comiendo el tarro, y la respuesta a esa pregunta (y mi aparición en ese programa) pasan sin pena ni gloria, pero no sé por qué me huelo que voy a acabar padeciendo la visita de varios trolls a consecuencia de mi respuesta. Es un tema complicado, difícil de reducir a un «soundbite», y algún día tendré que escribir un post más completo sobre ello, aunque mi opinión al respecto me parece que se deja entrever en los posts La vida del «grad student» y El doctorado está bien, pero…. Sobre la fuga de cerebros no he escrito específicamente pero, por mi parte, me gustaría ver un mayor esfuerzo por parte del Gobierno por contrarrestarla. Ojo, que no lo digo por mi: yo tengo oportunidades en EEUU y, gracias a contactos que he establecido a lo largo de los años, podría encontrar oportunidades similares en España. Lo que me gustaría es que el Gobierno fuese más agresivo a la hora de «recapturar» a los «cerebros fugados», aunque lo veo jodido con lo poco que invertimos en investigación.

En fin, que me voy por los cerros de Úbeda 😀 Cuando sepa cuando se emite el programa de Callejeros Viajeros sobre Chicago, lo comentaré en el blog. Y escribiré sobre la fuga de cerebros en otro post (espero que pronto).

♫ Yo soy aquel negrito… ♫

En estas fechas solemos recibir en la Universidad de Chicago la visita de «prospective students» (o «prospies»), estudiantes que han sido admitidos en la universidad (tanto para la licenciatura como para los postgrados) y vienen a visitar el campus para conocerlo, ver qué ambiente se respira, etc. (en EEUU los estudiantes suelen solicitar admisión en varias universidades, con lo cual esta visita también sirve para convencerles de que tienen que venir a nuestra universidad). En fin, muchas veces nos piden a los doctorandos que nos reunamos con los «prospies» o que les llevemos a comer o cenar, para desgranar ante ellos las múltiples virtudes de la Universidad de Chicago.

Pues bien, hace un par de semanas me llega un e-mail preguntandome a ver si puedo participar en un panel ante un grupo de estudiantes de Morehouse College. Yo sería el representante de la División de Ciencias Físicas (a la que, extrañamente, pertenece el Departamento de Ciencias de la Computación), y en el panel habría doctorandos de otras divisiones (humanidades, ciencias biológicas, etc.) Eso sí, al parecer los estudiantes no eran prospies, sino unos 40 estudiantes de licenciatura (algunos en su primer año, otros en su ultimo) que simplemente venían de excursión para conocer la universidad y enterarse de cómo es la vida del doctorando (para aquellos que están pensando en hacer un doctorado). Y ojo a la descripción de Morehouse College:

The only all male historically black institution of higher learning in the United States.

Vamos, una universidad donde tradicionalmente solamente admiten a afroamericanos. Cuando leí esto, me pareció curioso, sin más (porque los «prospies» con los que suelo interactuar son siempre blancos; en las ciencias tradicionalmente hemos atraído a muy pocos estudiantes afroamericanos).

Sin embargo, al cabo de unos días nos llega otro e-mail diciendo que al final no necesitan a nadie de nuestro departamento. A pesar de esto, dos días antes de la visita de los estudiantes me llega otro e-mail preguntándome a ver si puedo asistir a otro panel distinto que tendrá lugar a la hora del almuerzo. Que resulta que se liaron al organizar los eventos para la visita, y para el primer panel ya tenían a alguien de la División de Ciencias Físicas pero luego se dieron cuenta que para el panel-almuerzo no, y que la abuela fuma en pipa, etc. En fin, yo digo que sí, que puedo participar.

Pues bien, el día de la visita, me presento puntualmente en la sala donde va a tener lugar el panel-almuerzo. La gente todavía estaba cogiendo comida de un buffet que tenían montado en la sala. A mi alrededor veo que todos los estudiantes, tal y como esperaba, eran negros. Vale, lo dicho, algo curioso, sin más (sobre todo cuando te crías en España, un país en el que la diversidad racial brilla por su ausencia). Pero cuando me dirijo a la mesa donde se sientan los panelistas veo que…

Todos los panelistas también son negros.

En ese momento, me doy cuenta de que, con las prisas por encontrar a un representante de la División de Ciencias Físicas, a alguien se le debió olvidar mencionar a la secretaria de nuestro departamento que buscaban un estudiante negro. Para colmo, tenían una lista de preguntas preparadas para el panel, y una de ellas era:

What is it like to be a student of color at the University of Chicago?

Para colmo de colmos, los estudiantes interesados en las áreas de la División de Ciencias Físicas llegaron 20 minutos tarde al panel, con lo cual ninguna de las preguntas fueron dirigidas a mi, y pasé los primeros 20 minutos en silencio, mi tez blanca nuclear dando el cante bastante entre los panelistas y miembros del público. Afortunadamente, luego salieron preguntas más generales a las que pude contribuir. Y se saltaron la pregunta de «ser un estudiante de color», menos mal.

En dos palabras: epic fail